En el año 2000, durante los trabajos de seguimiento arqueológico derivados del estudio de impacto ambiental de la autopista de peaje de la Costa del Sol, se encontró la que puede considerarse primera agrupación en necrópolis dolménica de la Costa del Sol. Los dólmenes, situados en el paraje de Corominas, en Estepona (Málaga), con 5000 años de antigüedad, estaban revestidos y cubiertos por lajas de piedra, y sobre ellas se disponían túmulos de tierra y piedras, de los que se han conservado parte del anillo perimetral de grandes piedras que los delimitaba y contenía. En el interior de los dólmenes se exhumaron restos de varias decenas de enterramientos, vasijas de cerámica, útiles de piedra, puntas de flecha, hachas y adornos personales de la gente inhumada en las tumbas, destacando los collares de cuentas de piedra y de conchas marinas. En el yacimiento también se excavaron varias tumbas de época campaniforme, con unos 4000 años de antigüedad.